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Silencio transversal. La Presidenta Bachelet visita China y en TODO el espectro político no aparece ni una sola crítica a la visita o al régimen de un país que no puede calificarse de democrático.

Partido único, medios censurados, internet controlada, disidentes acallados o en la cárcel, minorías étnicas bajo control férreo.

Ni la falta de libertad de culto que tanto defenderían si esto pasara en Chile desde un sector, ni la persecución de artistas que denunciarían con intensidad e desde el frente, provocan algún reclamo. Y si lo provocan es con timidez en foros internacionales que poco y nada resuelven.

Pinochet ayer, Cuba o Venezuela hoy provocan acalorados debates por la libertad y los DDHH. Y China No, ¿por qué?

La pregunta tiene fácil respuesta y comienza en el apodo de China: el gigante asiático. Es la segunda economía mundial, el 4to país más extenso y constituye un mercado de 1370 potenciales compradores.

Todas las potencias corren a rendir pleitesía y hablar de libre comercio con un país tremendamente proteccionista, pero que invierte agresivamente en el exterior.

Con EEUU en una actitud más aislacionista y  China avanzando en África y en nuestro continente, crece el peso de sus  10,5 billones de dólares de PIB. También en Chile que exporta cerca de 17 mil millones de dólares cada año, 79% de esto cobre.

Que estemos frente a una dictadura, no parece importar. El bolsillo antes que los DDHH. Negocios, son negocios.

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