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La cárcel o una postulación a la Presidencia; son los dos caminos que se abren para el ex mandatario de Brasil, Lula da Silva

La cárcel, porque hoy fue condenado en una primera instancia a la que puede apelar a 9 años y medio de prisión por una de las 5 causas de corrupción que lo persiguen…

En este caso, por la compra de un departamento tríplex como coima de la constructora OAS, una de las involucradas en la gigantesca trama de corrupción político – empresarial que ahoga a Brasil.

Si no es inhabilitado por una condena, el otro camino es postular a la Presidencia, porque pese a todos los escándalos, Lula con su Partido de los Trabajadores, el mismo de la destituida Dilma Rousseff, sigue siendo el favorito para ganar las elecciones de octubre del próximo año.

La política brasileña hoy es tierra arrasada. No hay partido que se salve ni líder relevante que escape a las investigaciones. El propio presidente Michelle Temer enfrenta un proceso parlamentario que podría terminar con su destitución.

Bajo el gobierno de Lula, Brasil creció, y millones de personas escaparon del hambre y la miseria. Pero mientras el mundo celebraba sus éxitos y lo convertía en una estrella de la política internacional, la corrupción carcomía el edificio institucional.

La petrolera Petrobras se convirtió en una caja pagadora, y grandes empresas , especialmente constructoras, convirtieron la corrupción en una norma para obtener lucrativos contratos del Estado.

Es una advertencia para todas las democracias, sobre todo las de América Latina: antes fueron los golpes de Estado hoy la corrupción. La pregunta es si pesan más los votos o el poder del dinero.

 

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