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(CNN Español) – No existe un país que haya alcanzado la absoluta equidad de género, pero por varias razones Islandia podría ser el que más se acerca. Una muestra de ello es la reciente entrada en vigencia de una norma que obliga a los empleadores de esa nación nórdica a pagar por igual tanto a hombres como a mujeres.

“Con esta legislación, Islandia ha tomado una medida muy práctica para optimizar el suministro de talento al garantizar que tanto a hombres como a mujeres se les pague de manera justa. Esto no solo es bueno para las mujeres, es bueno para Islandia”, dijo sobre esta nueva norma Saadia Zahidi, jefa de Educación, Género y Trabajo del Foro Económico Mundial.

De esta manera, Islandia se convirtió en un país pionero en acabar con la desigualdad salarial de género. Sin embargo, no es la primera vez que el país europeo, que no supera los 400.000 habitantes, lidera iniciativas en busca de la equidad entre hombres y mujeres.

Por los últimos nueve años consecutivos, Islandia ha ocupado el primer lugar en el Índice Global de Brecha de Género del Foro Económico Mundial. Esa lista mide el acceso a la educación, la brecha salarial, la esperanza de vida y la representación política en las instituciones que toman decisiones.

“En el país existe voluntad política de emplear medidas activas en cuestiones de género que contribuyan a reducir las brechas de género”, le dijo a CNN Thorgerdur Einarsdottir, profesora e investigadora de Estudios de Género de la Universidad de Islandia.

Lo afirma por el permiso que, desde el 2000, otorga nueve meses de licencia para quienes tengan un hijo: tres para la madre, tres para el padre y otros tres compartidos.

También desde 2013, hay una cuota de género que exige la presencia de mujeres en las juntas directivas de las empresas. La regla consiste en que esas altas instancias de las organizaciones deben estar conformadas con una representación de al menos con un 40 % de cada género.

Según el Índice Global de Brecha de Género, el porcentaje de mujeres que trabajan (83,2 %) es casi igual al de los hombres (87,5 %). El porcentaje de mujeres que asisten a la educación secundaria (89,2 %) es superior al de los hombres (86,3 %). 

Por otra parte, los islandeses no tienen recato en votar para que las mujeres lleguen a los poderes públicos. En el 2016, casi la mitad de los miembros del parlamento elegido (el 47,6 %) eran mujeres, aunque en octubre del 2017 hubo nuevas elecciones y la representación femenina bajó a un 38 %.

En 1980, Vigdís Finnbogadóttir se volvió la primera mujer en llegar a la presidencia. Logró la reelección tres veces y estuvo en el poder por 16 años, hasta 1996. Dos mujeres han ocupado el cargo de primera ministra: Johanna Sigurdardóttir (entre 2009 y 2013) y la actual, Katrín Jakobsdóttir.

Sin embargo, Einarsdottir advierte que no hay una solución rápida o una varita mágica. “Todas las medidas y herramientas son útiles, pero con tanto optimismo, existe el riesgo de crear una seguridad falsa”, sostiene.

A su parecer, con estos positivos resultados se debe evitar la complacencia porque todavía existe un largo camino por recorrer, y aclara que la medición del Foro Económico Mundial, aunque tiene en cuenta muchos aspectos, deja por fuera asuntos como la violencia de género, algunas posiciones de liderazgo, el trabajo no remunerado y el acceso a la tierra.

Hay otros momentos históricos en los que ha quedado demostrado el poder de las mujeres en Islandia. Dos de ellos fueron en el siglo XX: el movimiento que logró que desde 1915 las mujeres pudieran votar en las elecciones, y otro en 1975, cuando una huelga femenina paralizó el país.

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